"Las cosas ya no son como eran; aunque probablemente nunca lo fueron".

viernes, enero 04, 2008

Escombros teológicos



En el cartel promocional de la última película de Will Smith ("I am a legend"), cuya acción transcurre en el presente, en 2006, se puede ver el puente de Brooklyn devastado y uno de los pocos edificios que quedan en pie es el histórico edificio de la Watchtower de la calle Columbia Heights. Esto ha dado pie a que circule entre los testigos esta foto en tono de broma como un "anticipo" de lo que sucederá en Armagedón: todos los edificios "mundanos" destruidos y solo quedarían en pie los edificios "santos", los que durante el "tiempo del fin" fueron usados para organizar la predicación del fin.

Los testigos de Jehová siempre han sentido un cierto magnetismo hacia sus "casas Betel" (la sedes administrativas en cada país), hasta el punto de que para muchos testigos lo más interesante de una visita a la ciudad de New York era hacer el "tour" del "hogar Betel", asombrarse ante la pulcritud y el orden de aquella "familia", e incluso poder llegar a saludar a algún miembro del "Cuerpo Gobernante," esos que eran "hermanos viejecitos", y que ya han muerto todos.

A través de los medios de comunicación que tienen edición en Internet, como este blog del barrio de Brooklyn Heights, nos vamos enterando de que el Cuerpo Gobernante actual está en un proceso de deconstrucción inmobiliaria semejante al de deconstrucción teológica que se está observando en los últimos números de la nueva revista La Atalaya "solo para testigos". Uno de los buques insignia de los edificios de Brooklyn, el que está situado en el 360 de la calle Furman fue vendido el 12 de Abril de 2004 a una inmobiliaria.


Dicha inmobiliaria ha estado reformando el edificio y lo ha convertido en lofts y apartamentos de lujo, como se puede ver en la página web del proyecto One Brooklyn Brodge Park. Por si alguno está interesado, aquí les dejo también los precios de los apartamentos: oscilan entre medio millón por un estudio y más de cuatro millones de dólares por un ático.





Posteriormente nos enteramos de que el Standish, otro de los edificios emblemáticos que poseía la Watchtower en Brooklyn fue vendido para ser convertido en apartamentos de lujo.

Otros intentos de venta no se han materializado por el momento, como el intento frustrado de vender la famosa "granja" que surte de alimentos a la familia Betel. Al fracasar dicho intento, ahora se anuncia la construcción de viviendas en los terrenos de dicha granja probablemente para revalorizar el lugar con vistas a una posible venta futura.

En cualquier caso está claro que estamos asistiendo la caida del "imperio de los edificios", y a la sustitución de los planes de expansión por los de concentración. Los testigos de Jehová recientes ya no asocian los planes de expansión y construcción con la bendición divina, y ahora el paraiso espiritual es mucho más espiritual que nunca, especialmente si se confirma el próximo cierre de varias sucursales-fábrica en Europa, con lo que además de ser espiritual será virtual, una ciberteocracia.

Creo que el cartel promocional al que hacía referencia al principio puede verse en una clave mucho menos optimista. Yo, al menos, lo veo así.

La persona que se ve en el cartel podría representar al testigo que no encuentra dentro de "la organización" los referentes con los que se crió: expansión internacional, edificios que se quedan pequeños, crecimiento, construcción rápida de muchos salones del reino, más crecimiento, que acabará siendo la envidia de las religiones del mundo y que provocarán el odio de Satanás y el ataque de Gog y Magog. Al no ver cumplidas esas expectativas, el testigo representado en el cartel acude al edificio de Columbia Heights como si fuera el último en pie de una vieja época de gloria que ya no existe para encontrar allí la expresión material de su espiritualidad interior, algo que pueda tocar y admirar y que le confirme que es miembro de un "pueblo de Dios" potente, sin darse cuenta de que la espiritualidad interior no debería necesitar símbolos físicos.

Pero también podría tener un significado mucho menos literario pero más interesante, uno espiritual. El erial espiritual en el que se ha convertido la revista La Atalaya hace que la figura de Will Smith pueda muy bien representar a multitud de testigos que se encuentran buscando su espiritualidad entre una masa de escombros teológicos (1935, la generación, fracciones sanguíneas, etc) mientras se hacen a sí mismos la defectuosa pregunta "y si todo eso no era verdad, ¿a dónde iremos?" como si la verdad estuviera en algún sitio. La verdad no es el destino, es el medio, es el procedimiento para llegar al destino, ¿o acaso no es eso lo que dice Juan 4:24? ("Dios es un espíritu y los que lo adoran tienen que adorarlo con espíritu y con verdad").

¿Qué es la verdad? La verdad no es lo que diga usted, o yo, o cualquier humano que se autoproclame representante de Dios. La verdad es lo que realmente ocurrió en el pasado y las razones por las que ocurrió. Eso es incambiable. Hay que reconocer que es difícil llegar a esa verdad, ya que solo poco a poco vamos recostruyendo el puzzle de cómo nuestros antepasados construyeron las verdades oficiales que nos han legado. La verdad está ahí mismo, va haciéndose cada vez más clara delante de nosotros.

Para ver la verdad hace falta mucha investigación, y la actitud de partir de cero, sin prejuicios, sin ideas preconcebidas, sin intermediarios que nos interpreten los hechos históricos que nos hablan a gritos. No hay que reconstruir el cristianismo primitivo, hay que reconstruir la historia del hombre, pedir cuentas a nuestros antepasados por el legado ideológico defectuoso que nos han pasado y a nuestros contemporáneos por las lecturas interesadas de ese legado.

Dice el profesor Roger Shank respecto de los sistemas educativos que tan solo tienen dos problemas. Lo que enseñan está mal y cómo lo enseñan también. Está claro que de muchas religiones se puede decir lo mismo.

La historia humana, con sus grandezas incluidas, ha sido construida sobre creencias, no sobre hechos. Pero si lo que uno quiere es saber "la verdad", debe sacar a la luz los hechos estando advertido de este hecho: solo consuelan las creencias. La verdad no consuela. La verdad es muy inquietante. La verdad es, parafraseando a Kierkegaard, un ama seca: vigila nuestros pasos, pero no nos amamanta. La verdad no nos hace felices, nos hace libres. Advertido queda.

¿Aún así busca usted la verdad? Pues póngase cómodo y eche delante de la mesa todo lo que cree. Todo. Quédese con lo puesto: su identidad personal. Haga lo mismo que cuando va a montar en avión, distinga entre "usted" y lo que "usted lleva" y ponga en el escáner todo lo que lleva encima. Ahora encienda el escáner sobre todas sus creencias y detecte las que son "explosivas".

Somos una generación privilegiada, porque hasta ahora esta investigación no era posible, estando la información necesaria para realizarla vedada a unos pocos. Ahora, con la universalización de la información que supone Internet, por primera vez en la historia es posible hacer lo que se escribe en Daniel 12:4, "muchos discurrirán, y el verdadero conocimiento se hará abundante".

¿Se apunta a discurrir?

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